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LA OTRA VENTANA.-

Vivir en las afueras de la gran ciudad tiene ciertos inconvenientes, que comparando con las ventajas que da el silencio, la tranquilidad y el contacto con la naturaleza, hacen olvidar que el viaje hasta la oficina sea incómodo y molesto.

Toda la familia, incluidos los perros, disfrutamos de la vida al aire libre. El aroma de las flores, el colorido del verde mezclado con el cielo celeste, bañado por los rayos del sol, nos permiten cierta cuota de felicidad y alegría.

He tomado la costumbre de observar la vida de los pájaros, que suelen utilizar nuestro parque con frecuencia y con la seguridad de no ser molestados. Los perros ya se acostumbraron a verlos y no los corren más.

Honrando a Munro Fox y su libro La Personalidad de los Animales, con la llegada de la primavera, se incrementan las parejas y la creación de sus nidos. Allí depositarán sus huevos y nacerán sus crías.

Los frutales del parque han sido invadidos por nuestros plumosos nuevos amigos.

Solemos dejarles alimentos para alentarlos a quedarse entre nosotros. Pareciera que entienden y, ya, no nos temen. Abundantes gorjeos, silbidos y picoteos llenan los silencios.

Desde mi ventana, prismáticos en mano, los observo construir sus nidos trayendo ramitas y pasto seco.

Zorzales, torcazas, jilgueros, horneros, muchos gorriones, pocas palomas comunes, aprendí que se las llama asiáticas o bravías, y algún que otro pájaro carpintero, son habituales visitantes.

Atraen, mucho, mi atención, una pareja de Chingolos, chingolitos los llamo cariñosamente. Son muy pequeños y laboriosos. Ya han terminado su nido y la hembra lo limpia y lo reconstruye todo el tiempo.

Desde hace unos días ya no es tan movediza, creo que hay tres huevos en su nido.

Estoy tan entusiasmado, que los lunes y jueves, que es cuando asisto a mi oficina, no tengo ganas de ir para poder seguir los acontecimientos de mis chingolitos.

Cuando el macho se va, pasado cierto tiempo, la hembra lo llama con un piar entre lastimero y desesperado. Si es ella la que sale, el canto del macho, llamando, es hermoso y enérgico. Se necesitan mutuamente y ambos empollan según la necesidad. Protegen a sus huevos sin descanso.

Han pasado más de veinte días y ya escucho los píos de los pichones recién nacidos. Tanto el macho como la hembra, les dan de comer en el pico. Ya han pasado unos días y pude ver a los pequeños, feúchos, a medio emplumar.

El sábado a la noche el tiempo ha desmejorado. Lluvia y frío castigan nuestra primavera. Debimos encender la calefacción. Cada tanto esta pampa húmeda nos juega esta mala pasada. Heló y el domingo amaneció con un sol tenue y, todavía, había algo de escarcha en el césped.

Después de almorzar, tomé mis prismáticos para visitar a mis amigos chingolos.

Con preocupación no veía movimiento en el nido. Los pájaros estaban allí muy quietos.

Sigilosamente, evitando asustarlos, me acerqué.

Macho y hembra están con las alas desplegadas, uno al lado del otro, cubriendo todo el nido, protegiendo a sus crías. Enseguida percibí que los resguardaban del frío. Para mi ingrata sorpresa, ambos estaban muertos.

Los moví suavemente, debajo encontré a los pichones, que habían sobrevivido gracias al sacrificio de sus padres, quienes murieron por ellos.

Me invadió la tristeza y desazón. De inmediato reaccióné y llamé a Juanqui, mi amigo veterinario. Llegó prestamente y llevó a las crías a su consultorio, allí en la incubadora trataría de mantenerlos con vida.

El lunes, me pareció más triste que nunca. Fui a la oficina como un autómata. Ya instalado abrí la ventana, la otra ventana, enfrente hay unos containers de residuos. Dentro de los basureros vi a unos niños que buscaban algo para comer.

Pensé en los pájaros…y a ellos se los llama animales.

 

JAQUE MATE Y GAS.-

La Compañía Química S.A. había ingresado nuevo personal, su expansión era abrumadora y el crecimiento hacía necesario reestructurar sus áreas de producción.

El personal de planta fija esperaba ansiosamente que las mejoras fueran un aumento en sus sueldos y sabían que nombrarían nuevos jefes de los equipos por formar.

Las intrigas, celos profesionales, de unos a otros, fue ganando la mente de los químicos y el ambiente se notaba inquieto e inseguro.

Los dueños y directivos tomaron nota de las novedades y quejas, del personal antiguo, por así llamarlo. Creían violados sus derechos.

Los nuevos integrantes eran egresados de las más prestigiosas universidades. Sobrepasaban en títulos a muchos de los viejos referentes.

-La experiencia vale tanto que equilibra la superioridad de títulos- se decía por los pasillos.

La Gerencia de Producción, atentos a evitar contratiempos, decidió nombrar en forma provisoria, a los nuevos jefes de equipo entre el personal conocido por la empresa. Los nuevos ya tendrían tiempo de ascender.

Los sueldos fueron mejorados y se dio un plus basado en una escala de títulos. Algunos recién llegados ganaban más que los antiguos.

-Los advenedizos ganan más que aquellos que hemos puesto el hombro para hacer grande a la empresa- fue una de las importantes quejas.

Se inició una nueva estructura con mucha tensión, pero con el pasar de los días todo se fue encarrilando y los ánimos parecían calmos.

La camaradería, fomentada por la empresa, disfrutaba de encuentros deportivos y de reuniones sociales muy divertidas, se sumaba la participación de las familias.

El Doctor Eliseo Todaro Krautz, uno de los jóvenes ingresados, fue nombrado Gerente adjunto en producción. Había ganado su ascenso con trabajo, inteligencia y devoción.

Hubo poca reacción desfavorable, quienes lo tenían cerca sabían de su enorme capacidad. No obstante dos colegas de la vieja camada no lo veían así.

Se presentaron situaciones, a veces, confusas que perjudicaban al buen desempeño del Doctor Eliseo T.Krautz.

Con suma paciencia solucionaba los problemas que le creaban los empleados infieles y resentidos.

La paciencia no es infinita.

Cuando no tenía problemas técnicos los podía tener de otra tesitura. A veces al salir, notaba que su automóvil, estacionado dentro del predio de la empresa, tenía una goma baja, o se encontraba con un cristal roto y, cada tanto, veía la marca de un sabotaje.

Después de hablar con los encargados de seguridad, sin resultados positivos, se dirigió a la Gerencia donde fue atendido con amabilidad pero totalmente ineficaz.

Sospechaba de alguien aunque no tenía prueba alguna,

Escuchó una publicidad de alarmas anti-robos que sonaba y despedía humo. Así, según la publicidad, el o los ladrones perdían la visión y huían despavoridos.

Pensó en tenderles una trampa a los saboteadores invisibles.

Hizo correr el rumor que en su departamento privado tenía guardada una importante suma de dinero. Como quien no quiere la cosa, olvidó sus llaves sobre la mesa de trabajo. Hizo saber que ese fin de semana viajaba para visitar a su familia.

Los celosos de su éxito, estaban tan cebados de su víctima, que sólo pensaron en perjudicarlo yendo a robarle, aprovechando las casualidades que se les ofrecían.

Llegaron esa noche e ingresaron sin inconvenientes. La alarma funcionó aunque no hubo sirena ni alerta alguna. Sí, vieron salir humo por debajo del ventanal que da al balcón. Rieron por ello, conocían la publicidad y estaban preparados.

Pasaron unos segundos y algo les provocó una risa involuntaria, se ahogaban de tanto reír. Luego se les secaba la boca y la garganta.

 El gas letal comenzaba su labor.

El intruso más viejo, Eusebio, se desmayó y Héctor atinó a llamar una ambulancia y luego perdió el conocimiento.

Médicos y Policías rescataron los cuerpos envenenados.

Uno de los Gerentes reconoció los cadáveres, eran el segundo y tercero del equipo del Doctor Todaro Krautz.

La Policía entendió la trampa, de inmediato emitió una orden de captura, acusando sospecha de asesinato contra el Jefe Químico, el Dr. Tosaro K.

 No se pudo cumplir.

Todaro Krautz acababa de tener un accidente mortal.

Eusebio Gentile hubiera ocupado el puesto del accidentado.

 

LA PLACA CONMEMORATIVA.-

Es un hábito universal recordar a quienes son los creadores de las diversas obras que enriquecen nuestro vivir.

Cada edificio importante porta la placa recordando al ingeniero, arquitecto o responsable de su diseño y construcción. Puentes, hospitales, palacetes, plazas, calles y avenidas, toda obra tiene su placa conmemorativa.

Con el correr del tiempo, muchas de esas obras, han pasado al olvido y muchas han sido abandonadas.

-¡La Poli, viene la Poli!- y salieron corriendo como alma que lleva el Diablo.

Aquella tarde, a orillas del arroyo del pueblo un grupo de jóvenes estaban instalando un enorme cartel.

Apareció la policía y garrote en mano los persiguió y los detuvo.

 Los detenidos fueron trasladados a la seccional cercana y de ahí a la comisaría.

 Serían acusados de escándalo en la vía pública, sin aclarar que fueron apresados en un descampado y el Intendente agregó: Aliento a la rebelión civil.

La historia comienza así:

Los jóvenes estudiantes de la Universidad han decidido recordar a quienes, sin escrúpulos, han pasado al olvido a muchas de aquellas obras que tanto costaron realizar, ya sea en tiempo y en sacrificio económico de los contribuyentes. Las personas debieron soportar mentiras y todo tipo de engaños y ni hablar de la cantidad de sobres que pasaron bajo las mesas. “Les endulzan las manos”, se decía, -pero con tal que hagan aguantaremos-apoyaban otros.

Ahora el Comité Estudiantil ha sumado a los Defensores de la Salud Planetaria. Estos grupos de estudiantes se han unido para recordar a los depredadores de nuestro hábitat.

Los comienzos son muy simples, a orillas de la laguna han instalado un cartel que dice “Aguas contaminadas ya que la intendencia, a cargo del Doctor Raimundo Gómez Wertz, ha instalado los desagües de la ciudad directo al agua de nuestra laguna”.

El informe dice que: Han muerto los peces y las aguas son veneno puro para quien las ingiera. Con dialéctica no se soluciona.

No lejos de allí. En la montaña han fijado otro cartel conmemorativo que reza “La nieve del cerro, desde hace ocho años, recibe azufre que despiden las chimeneas de las fábricas”.

El informe aclara que han sido denunciados los responsables de las Empresas Mineras y  las Autoridades Locales unos por contaminar y los otros por mirar hacia otro lado.

Han fijado otra placa conmemorativa: “Zona inundable”, la gobernación debe iniciar las obras hidráulicas, ya hace diez años que anuncian la firma de un convenio. Siete inauguraciones del inicio de los trabajos y seguimos esperando.

El informe habla de pagos ilegales por trabajos no realizados.

Presentaron otra placa conmemorativa que reza: “Rutas peligrosas y en mal estado”.  Señor Gobernador, ¿cuántas muertes más son necesarias para realizar las obras?

El informe habla del pago de peaje por obras que no se llevan a cabo. Seguimos aguardando mientras se incrementan graves accidentes.

La lista de anomalías confeccionada por los jóvenes es interminable, casi tanto como los pretextos y la caradurez de los funcionarios responsables.

-¡La buena Educación y la insistencia del ciudadano podrán corregir las malas administraciones!- “Sepan votar”, insisten los estudiantes.

Amigo lector pregúntese ¿dónde pondría su Placa Conmemorativa al no cumplimiento?

 

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LA HISTORIA ME JUZGARÁ.-

El espejo de la vida es implacable. Suele ser la conciencia.

Juanjo ya está grande como para soportar que le metan el dedo en el ojo. Luchó y luchó para conseguir un buen espacio social.

Se sentía exitoso y con derechos a no ser criticado ni por amigos, ni por familiares y mucho menos por desconocidos.

Las protestas por su mal trato y su falta de sensibilidad lo enojaban. No reconocía sus errores y creía que eran los otros los equivocados.

-La vida no es simple, hay que pelearla en todos los frentes, mi empresa la hice con grandes sacrificios y la mantengo con más sacrificios todavía. ¡A no joderme!. Soy un buen hombre, un buen tipo que sabe negociar- y mientras discurseaba, buscando justificación, frente al espejo, se acomodaba el pelo y sacudía las pelusas de su saco.

Juanjo no es el único en sentirse feliz por sus logros. Las críticas que le hacían su mujer e hijos es que se había transformado en un ser superior y que no entraba en razones aunque tuviera la evidencia frente a sus ojos.

Cierta vez escuchó a una señora muy importante pelear con los jueces que la investigaban y escuchó que decía: -Yo he sido juzgada por la historia y la historia me absolvió, los culpables son ustedes con sus abusos de poder- y seguía la perorata. A Juanjo le gustó eso de que la historia “la ha juzgado inocente” y de ahí en más se transformó en su muletilla para cerrar toda discusión. 

Las peleas con sus empleados y conocidos terminaban con su gloriosa frase “la historia me ha absuelto” y satisfecho se bebía un buen vaso de licor y reposaba esperando la próxima discusión.

    Mientras tanto su empresa prosperaba y ello le daba más ánimo para sostener sus ponencias.

Aquel jueves al atardecer discutió con Esteban, su hijo mayor, cerró el altercado con “la historia…”

Su hijo salió contestando la justicia te habrá de esperar. Lamento que todos caeremos por tu tozudez.

Riendo, con cinismo, se bebió un muy buen trago y encendió la televisión para relajarse.     

De pronto, de sorpresa entraron, sin hacer ruido, unos hombres con remeras blancas y se lo llevaron.

¡Quiso gritar pero no pudo!

Lo llevaron a un gran salón que permanecía en tinieblas.

De pie debió esperar su turno. Furioso e inmovilizado fue testigo de hechos que desconocía y lo alertaron, se sintió mal. Una mezcla de desconfianza y temor invadían sus pensamientos.

Observó detenidamente a su alrededor.

Iluminada, arriba del estrado había una enorme mesa con tres hombres de blanco. Le parecieron jueces de un tribunal, ¡pero no podía ser!

Uno de los hombres le dijo que eran jueces divinos convocados especialmente.

Avanzó una mujer y el trío inició un interrogatorio. El señor del centro fue quien habló primero.

-¿Sabes por qué estás aquí?

-Dicen que he muerto y me juzgarán.

A Juanjo se le heló la sangre al escuchar la palabra muerte.

-Cuenta, qué has hecho mal y dinos si te arrepientes.

-¡He sido una buena madre y amante esposa!, ¿no sé qué más decir?

-¿Estás segura de lo que aseveras?

-¡Sí!- y bajó la vista.

– Traigan a Pedro- ordenó el tribuno.

Ingresa Pedro y saluda a Irene, -Hola, ¡tanto tiempo!- dijo Pedro con una sonrisa forzada por el miedo.

Irene puso cara de terror.

-Vemos que conoces a Pedro, por lo visto olvidaste que fue tu amante durante unos meses. Preguntaremos a tu marido, el viudo, si conocía de tu engaño.

-¡No!- gritó ella aterrada.

Era tarde para cambiar su declaración. Vio y escuchó el llanto de Alcides, el hombre de toda su vida. También estaban sus hijos.

No soportó la vergüenza de enfrentar la realidad y verse descubierta. Bajó la cabeza y desfalleció de la emoción.

-Pueden llevarla, ya la veremos más tarde. ¡Sáquenla!- dijo el Tribuno con voz autoritaria.

Obedecieron y desaparecieron en la niebla.

Juanjo temblaba. Estaba horrorizado.

Uno de los jueces hizo pasar a un joven.

-Te llamas Eric y tienes unos hechos que aclarar, ¿quieres hacerlo ya?, te arrepientes de algo?

-¡No!, he sido un buen hijo y buen estudiante. ¡Hice lo mejor que pude!- afirmó con fuerza.

-Que pasen sus padres- ordenó el triunviro.

Ingresaron dos ancianos llorando por la muerte de su hijo y por tener que ser testigos de su juicio.

-Tus padres saben que les robaste dinero para tus vicios y que les mentiste con respecto a tus estudios universitarios. Jamás fuiste a clases, les mentías y les pedías más dinero para vivir de fiesta en fiesta.  ¿Lo niegas?

Mirando cara a cara a sus padres, brotaron lágrimas que cayeron por sus demacradas mejillas. Otro caso de vergüenza.

-¡Vete, fuera!, ya te llamaremos, tenemos toda la eternidad para conocerte. ¿Llévenlo!

Juanjo sentía que se acercaba su momento, temblaba de miedo. No podría nunca enfrentarse a su mujer, hijos, amigos, empleados y todos los que fueron sojuzgados por su soberbia.

El tribuno llamó a Juanjo, su nombre repercutió en todo el universo.

Caminando cansino, titubeando con cada paso, cabeza gacha y balbuceando palabras ininteligibles llegó al pie del estrado.

-¿Tienes algo para arrepentirte?, o esperas que la historia, o sea nosotros, te juzguemos ¿Qué respondes?

Sintió que se le aflojaban las piernas, ya no respondían. Debieron sostenerlo para mantenerlo en pie.

-¡No sé qué decir!, estoy asustado, no puedo pensar.

-Tienes la eternidad para responder.

-¡No!, la eternidad no.

En ese instante levantó la vista y vio… Tal como temía, al mirar, vio a toda su familia, más atrás a sus amigos y empleados. Deseaba que cayera un rayo y lo hiciera desaparecer.

La voz del Tribuno repitió la pregunta- ¿Tienes motivos para arrepentirte de algo?

No estaba lúcido pero debía responder. De su boca, con una emoción que lo embargaba, entre sollozos, trató de hablar pero no pudo.

El Tribuno habló -hemos de enumerar tus faltas y nos dirás ante los testigos si es verdad o si lo niegas- tomó su tiempo.

Juanjo gritó -No hace falta…¡Me arrepiento, me arrepiento!- y rompió en un llanto profundo e inconsolable.

 Mareado sintiendo el ahogo de la ansiedad, de pronto la garganta le ardía y el vaso cayó al piso.

Abrió los ojos con dificultad.

Su esposa, hijos y el médico lo acompañaron al salir del coma.

-¡Papá, hace tres días que te esperamos!-dijo Marcela, su hija menor

-¡Una eternidad!-reforzó, Elvira, su mujer.

Entró en pánico y con gran esfuerzo pidió -¡Por favor, no hablen de eternidad, ni de historia!- y lloró.

-¡Papá sos humano, llorás!-era Esteban que ironizaba la situación.

Hizo un esfuerzo por reaccionar, apenas pudo.

Balbuceó -¡Familia, mi familia querida!, y mis amigos y los obreros.

Los miró a todos y emocionado alcanzó a decir – ¡Cuánto los quiero!

 

COMANDO MARTILLO-Los justicieros.-

“La negligencia no es una virtud”

Rolando Zappiek, tal su seudónimo, es ingeniero mecánico y, ahora, ha comprado armas de fuego. Joven entusiasta y gran crítico de la sociedad injusta en la que vive.

Su historia, desborda de robos y asaltos sufridos por él, su familia y amigos.  No es una novedad la inseguridad en que se vive, tampoco son novedad las ideas fanáticas de protección por sí mismo, ya que el Estado no se hace cargo, o al menos así parece.

 Se podría decir que es un monje negro, utiliza las palabras “paz y armonía” con frecuencia. Cree que los dirigentes son ineficaces y sólo son aptos para la corrupción. Que todos se hermanan detrás de sus intereses personales y abandonan a su suerte, o no, a sus dirigidos.

-Los de a pie no podemos hacer todo, para eso existe el Estado, para ello pagamos impuestos. Justicia, Educación y Salud, hablo del bienestar general, es la obligación por la que se los elige. Si ellos no lo hacen, debemos cambiarlos y si los otros tampoco cumplen, debemos reemplazarlos y ser nosotros mismos quienes pongan orden-así se expresa a quien quiera oírlo.

Este discurso tampoco es nuevo. Nuevos son los jóvenes que escuchan tal arenga.

Nada es tan peligroso como la negligencia y el abandono de las responsabilidades. Sólo el que trabaja tiene derecho a equivocarse y aquel que sólo brinda excusas pierde sus derechos.

¡Cuántos pensadores y cuántas ideas!, giran sobre nuestras cabezas y no se concretan.

                                                                   ***

La convocatoria a reunión es en la sociedad de fomento. Son once personas, muy seleccionadas, que han decidido seguir las enseñanzas de Rolando. Cada uno está equipado con un pasamontañas azul marino y un martillo de tamaño medio. Hoy es el comienzo de su accionar.

Irán en sus motos de a dos.

Día 1: Giselle baja del colectivo, ya anocheció. Regresa después de trabajar más de doce horas. Por esa calle de Quilmes va caminando, nerviosa. Es una jovencita menuda y de su hombro cuelga su mochila. De pronto se le cruza una moto con dos individuos encapuchados.

Giselle sabe que está perdida, conoce el procedimiento. Son los llamados “motochorros”. Se congela del miedo.

 El que hace de acompañante se baja y le manotea la mochila, ella parece resistirse, pero no, es el miedo que la ha paralizado, cae al piso.

El delincuente tironea y golpea a la víctima.

¡Se oye un ruido ensordecedor!

Aparecen cinco motos con dos personas encapuchadas en cada una. Rodean a los tres. Dan la orden de alto y atrapan a los ladrones. Giselle huye despavorida.

El grupo comando asoma sus martillos. Aferran de los brazos a sus prisioneros.

-¡ Llevame en cana, cuando salga te busco y me la cobro!- dijo el más grande de los dos, ya entrenado en estas lides de puerta giratoria que tiene la justicia.

Sin mediar palabra le martillaron las piernas quebrándoselas.

El compinche, a los gritos, manifiesta su miedo y arrepentimiento.

No hubo piedad. Repitieron la macabra operación con el segundo bandido.

Uno de los vengadores, tomó su celular y llamó a la policía pidiendo una ambulancia y explicando lo sucedido.

Se fueron de inmediato dejando tirado en medio de la calle a los heridos.

Llegó la policía, llamaron a una ambulancia, tardó mucho tiempo en llegar y, después de cuarenta minutos los cacos fueron trasladados al hospital.

Ya nunca caminarán normalmente.

De la verdadera víctima ni noticias. La policía no la ha localizado.

 Los diarios hablan del hecho, lo llaman “Justicia Vecinal” y lo encaran por lo peligroso del hecho.

 Intervienen funcionarios nacionales, provinciales, fiscales y jueces. – “La justicia por mano propia, no es justicia”-, hasta ahí llegan, fuera de sus declamaciones no hay otra acción.

Día 2:   Evaristo es un jubilado que regresa de visitar a su mujer que está internada por una cirugía. Camina por las calles de Ciudadela, su barrio, y de pronto es atacado por motochorros. Se repite la escena de Quilmes, en medio de la golpiza aparece el comando, martillo en mano, que los rodea, liberan al anciano y les quiebran las piernas a los ladrones.

Durante unos treinta días continúan los ataques a la delincuencia. Pero…

Nuevamente discursos y reclamos al aire por parte de funcionarios. ¡No más!

Las calles liberadas sienten la presión de los vengadores.

Los auto llamados “Justicieros del Martillo”, publican una declaración dirigida a toda la sociedad.

“El Comando Justiciero, hace saber a la población, que ante la ineficacia del Estado y de la justicia, han decidido proteger al habitante trabajador y decente, de la horda de delincuentes y malos funcionarios. No es venganza, es justicia que no brindan los responsables. Basta de muertes, robo, narcos y corruptos”, cierra el comunicado.

Ante el accionar y la amenaza del “Comando Martillo”, la clase dirigente y la raza política contraataca con gran verborragia y ampulosas declaraciones.

El Ministro de seguridad, vestido para la ocasión como un soldado en combate, un tanto payasesco, tipo Rambo, recorre las calles en su motocicleta, de gran cilindrada, queriendo infundir temor a la población, pero no a los delincuentes. Sólo provoca risas, burlas y memes.

Se realizan debates televisivos, invitando a sesudos comentaristas y críticos sociales, gente de escritorio y no de campo de acción, quienes acusan de violentos a los del martillo.

Se reúnen intendentes y gobernadores dando soluciones teóricas e insistiendo que la seguridad es prioridad del Estado y sólo el Estado puede ejercer la potestad de aplicar las medidas necesarias.

Grandes agrupaciones, financiadas por los delincuentes víctimas, elevan severas críticas a los agresores organizados. Por supuesto que todos los marginales de diversa calaña, que inundan a la sociedad, apoyan a estos inútiles que se enojan contra los justicieros.

Rolando hace saber al grupo que tanta mala propaganda está desviando la verdadera discusión, el objetivo debe ser mejorar la vida del ciudadano y no otra finalidad.

-Somos ilegales por necesidad-insiste.

                               COMUNICADO A LA POBLACIÓN

El llamado Comando Martillo, hace saber:

                                               Que ante tanta repercusión por su accionar, dará una tregua para que los responsables naturales  se opongan a todo tipo de actos ilícitos que incluyen entre otras cosas el robo, asesinato, femicidio, narco tráfico, corrupción y todo acto que atente contra la seguridad de la sociedad.

“Sólo resta esperar que se cumpla lo prometido por los distintos dirigentes. Caso contrario volveremos”.

Por el momento funcionarios y delincuentes respiran tranquilos. La inoperancia dice : PRESENTE

 

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ABUSO Y CONFUSIÓN.-

Los jóvenes, del pueblo, se habían reunido en la plaza, hábito adquirido para evitar los gastos del boliche.

Todos los sábados a partir de medianoche iban llegando munidos de los pastelitos y bebidas que disfrutaban entre charla y charla o broma y broma.

El Intendente y la Policía ya estaban acostumbrados a estos encuentros. La vigilancia era disimulada y a distancia. Se evitaron muchos inconvenientes y la fiesta transcurría en paz.

Dicen, que en los mejores momentos, el diablo mete la cola. Esta vez fue Galindo quien en la botella de gaseosa puso unas pastillas.

Linda y Walter, ignorando la broma de mal gusto, bebieron abundantemente.

Ya casi al amanecer decidieron levantar campamento e irse cada uno a su casa o cada uno por su lado.

Linda estaba dormida y Walter mareado, casi descompuesto.

Él la subió como pudo a la camioneta. Pensó en dejarla en su casa, a poco menos de cien metros de la suya. Dudó.

-Si aparezco en lo de Linda se van a pensar que fui yo quien la drogó.

Le costaba razonar, se puso muy nervioso y el mareo aumentaba. Decidió que lo mejor era llevarla a su casa y cuando ella despertara que se fuera y arreglara con su familia.

Llegó, abrió la puerta en silencio y la dejó durmiendo en el sillón del comedor.

Aguzó el oído para saber si sus padres estaban despiertos. ¡No!

 Su hermanita dormía profundamente y sus hermanos también. Se acostó y el mareo lo durmió profundamente hasta que vomitó.

Su madre apareció, le aplicó un paño embebido en alcohol en el vientre y regresó a su dormitorio.

Walter siguió durmiendo hasta la tarde.

A la hora de la merienda contó algunos pasajes de la reunión y la dormidera de Linda.

-Cuando me levanté acá no había nadie dijo el padre. ¿Ustedes vieron algo?- preguntó al grupo familiar.

Nadie vio a Linda. Y así pasaron unas semanas.

 Los sábados continuaron los encuentros juveniles. Walter no prestó atención a un detalle, Linda ya no venía. Si bien no eran amigos, sí eran vecinos y cada tanto se encontraban casualmente.

Pasaron unas semanas más.

Aquella noche Walter regresaba de la facultad y se encontró con el padre y los hermanos de Linda. Sólo se saludaban y de ahí no pasaba la cosa.

Lo rodearon y entre los cuatro le dieron una brutal paliza. Lo dieron por muerto y lo dejaron tirado en el descampado y de allí fue a parar al hospital.

Pasaron dos días cuando salió del estado de coma. Casi no recordaba nada. Tenía custodia policial.

El padre estaba a su lado. -Es mi culpa, no supe cuidarte. Tenía que haber imaginado que corrías peligro- con palabras entrecortadas lloraba sobre el regazo de su hijo.

La madre le comentó que los familiares de Linda estaban detenidos por la agresión. Que acusaban al pobre Walter de haber violado a la joven mientras estaba dormida, que la había drogado para abusar de ella.

Walter no entendía nada, unas lágrimas corrían por sus mejillas.

Ya más repuesto, pero todavía en el hospital, recibió la visita del comisario. Quería saber qué pasó entre él y Linda.

-¡Nada!- fue su pronta respuesta.

-¿No te acordás o no pasó nada?- insistió el poli.

-Estoy confundido pero creo que no pasó nada- hablaba dudando.

-¡Mirá que la víctima está embarazada y tampoco recuerda nada!. Sólo dice que despertó en tu casa.

Ahí terminó el encuentro. Ya seguiría.

La policía es una entidad poco querible pero necesaria. Cuando quieren actuar eficazmente son muy positivos y tranquilizantes. Dan justicia y seguridad.

Mientras Walter se recuperaba investigaron al padre y a los hermanos.

La respuesta era unánime y repetida.Todos dormían y no oyeron nada.

Podría darse el caso que Linda al despertar y huyera de la casa haya tenido problemas en la calle con algún personaje que siempre están esperando su oportunidad para aprovecharse de los inocentes.

Linda en las indagatorias hace un gran esfuerzo por recordar pero dice palabras sueltas y sin sentido. Su memoria es una confusión total.

El comisario,Gómez, viejo sabueso y guardián eficaz, olfateaba que las cosas no encajaban. Decidió apretar a la familia, Walter seguía siendo el principal sospechoso pero no el único.

Mandaría casi a diario a la brigada a indagar presentándose en el domicilio. Volvió a citar al padre y a los hermanos.

La poli se transformó en una molestia y los vecinos del barrio ya los miraban con mala cara.

Han pasado unos meses, Linda ya muestra una panza hinchada llena de vida.

Walter está repuesto en salud, pero detenido en una celda hasta que termine la investigación y el juez le de una libertad provisoria. Prefiere la celda porque cree que si lo liberan corre el riesgo de que lo maten a golpes.

El padre y hermanos de Linda están libres pero deben presentarse al juzgado cada semana.

Doña María, mamá de Walter, estaba en la cocina haciendo buñuelos de acelga, la pequeña Ely ayudaba con la masa mezclando todo.

-¡Mamá!- dijo la nena.

-¿Qué pasa mi amor?

-¿Por qué la Policía tiene preso a Walter y vienen a cada rato?, yo tengo vergüenza y las chicas en la escuela me preguntan.

La señora pensó mucho antes de responder -Dicen que la noche que Linda durmió acá porque se sentía mal, Walter le pegó a Linda, que es la chica de la otra cuadra- creyó que no le saldrían las palabras.

Ely esperó un momento para hablar, lo pensó bastante y con cierto esfuerza dijo -Pero Walter no fue quien le pegó- respondió roja de miedo y siguió mezclando la masa.

-¿A vos quién te dijo que no fue tu hermano?

Silencio absoluto. Ely ya se estaba arrepintiendo por hablar.

– Qué pasa nena, ¿ya no confiás en mamá?

-¡No, yo te quiero mucho!, pero…

-Si sabés algo, tenés que confiar en mí, ¡soy tu mamá y, yo también, te quiero mucho.

-Lo sé- tragó saliba y habló, casi lo gritó -¡Porque yo lo ví!

La mujer sobresaltada no evitó mirar a Ely pero pronto reaccionó, giró sobre sí misma y encaró a su hijita -¿Qué viste?

Dudó, pero ya estaba encaminada a confesar, -Me levanté para hacer pipí y al ir al baño vi todo y salí corriendo

-¿A quién viste?, ¿a Jorge?-esperó una respuesta.

Ely giró la cabeza negando.

-¿A Carlos?

Giró la cabeza, nuevamente, negando.

-¿A Enzo?

Otra vez giró su cabecita negando.

María trataba de controlarse, no podía apurar a una niña de siete años, pero ya estaba desesperada.

-¿A quién podrías haber visto si ya nombre a todos tus hermanos.

Ely se puso a llorar desconsolada y espantada de miedo.

La mamá la tomó entre sus brazos y le pidió que le cuente qué vio aquella vez. No se animaba a sacar conclusiones. Temblando escuchó.

 – Vi a papá luchando con la chica y ella se defendía. Me asusté mucho y volví a la cama.

-¿Estás segura de que viste a papá luchando?

-¡Sí!, fue la mañana que me retaste porque me hice pis en la cama. Tuve miedo y me tapé toda.

La mujer superada por la noticia, aguantando el llanto y con deseos de morir, se movió arrastrando los pies, balbuceando y a punto de desmayarse. Logró a duras penas llegar al teléfono.

Gimiendo con ganas de morir, llamó a la Policía.

 

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CULPABLE.-

Carmen Frigueras desde niña se siente feliz. Ya es una mujer y esa sensación no la abandona.

Trabaja en lo que le gusta, se siente querida por su pareja y sus hijos sólo le traen problemas menores.

Cuando asiste a las reuniones de amigas y escucha cómo algunas de ellas se quejan de todo y por todo, las comprende pero no tiene esa visión negativa de la vida.

-Sonríe hoy que mañana llorarás- decía su abuela, una sevillana que era una castañuela por lo alegre y vivía cantando. Nunca comprendió esos dichos fatalistas y menos viniendo de esa abuela.

Volviendo a los encuentros de amigas. Muchas basaban sus vidas en el fatalismo. – La vida es bella pero hay momentos muy tristes y es mejor no pasarlos- sentenciaban las más sabias.

Con sus compañeros de trabajo, mujeres y hombres, lo poco que se decían eran pensamientos grises. Si Carmen trataba de consolar a quienes se lamentaban, le respondían – Vos hablás así porque tu vida es fácil.

Tantas respuestas recriminando su felicidad, lograron que Carmen dejara de hablar en las reuniones y sólo se limitara a escuchar.

Evitaba el miedo al futuro que pretendían contagiar los más pesimistas.

Se preguntaba – Soy una tonta que no ve la realidad o soy una optimista por naturaleza?- repasaba en su memoria los momentos difíciles pasados y cómo siempre la acompañaba la esperanza de superar tales episodios.

Leyó, alguna vez; sobre la gente negativa y sus opuestas, las personas positivas. El consejo era muy egoísta, “relacionarse sólo con las amistades positivas”. No le gustó la idea, no podría jamás discriminar.

Hoy sigue con su vida. Se relaciona con todos sin excepción.

Sigue siendo Feliz aunque esa sensación de felicidad la hace sentir culpable.

 

CAPUCHA Y JORGE, EL CHANCHERO.-

La mediocridad y lo grotesco no debe ser lo habitual.

Hace ya mucho tiempo, allá por la ruta 8, había un parador que rezaba “Bar y Almacén de Ramos Generales de Pérez y Gil”.

Cruzando la ruta, hoy, existe un barrio de clase media venida a menos. Detrás del parador, unas tierras sin cultivar, que fue donde unos punteros políticos, incitaron a trescientas familias a usurparlas. Así nació el “Barrio el Peregil”, con G no con J.

Hablamos de una villa miseria loteada, hoy los llaman barrios humildes, como si la miseria leyera titulares. Sin electricidad, ni cloacas, ni aguas corrientes, ni nada. Todo abandono pero con muchas promesas.

En toda sociedad siempre hay personajes destacados, ni hablar de los políticos profesionales tan devaluados pero sí puedo citar a Quique, un mecánico arregla tutti que gusta ser un intelectual. Todos los viernes al atardecer reúne a un grupo de seguidores esperando la Revolución que cambiará esta injusta sociedad por un Paraíso.

Reunidos alrededor de una mesa, Quique sentado a la cabecera recitando sus viejas y perimidas ponencias de revolucionario, basa su discurso criticando a los punteros porque, casi, esclavizan a quienes reciben ayuda estatal. Criticando, también, a los teóricos que no actúan. Ellos, bebiendo su mate cocido, dialogan imitando a sus criticados.

Otro de los personajes destacado es Capucha, un joven que, en apariencia, no tiene las ideas muy claras. Es el raro del barrio y el responsable de muchas tropelías. Suele trajinar con dos o tres amigotes de su calaña, ¡buenos para nada!

Estaban sentados bebiendo algo. Quien hablaba era el líder del grupo, al menos así se sentía. Los demás escuchaban y Capucha ante el silencio creía que aprobaban sus dichos.

Fue esa noche de cervezas y drogas cuando hizo la propuesta. Ya aburridos de divertirse cometiendo delitos, hartos de rapiñar, lastimar y molestar a sus víctimas decidieron buscar una nueva hazaña que los alegrara. El jefe tenía ideas, inspirado con series televisivas como “El juego del calamar” y tantos otros del género. Entre cerveza y cerveza decidió contarle los planes a sus amigos.

-Jorge es un hombre joven, carnicero en un matadero que faena cerdos, diestro con la cuchilla y prolijo en su labor. Padre de familia, buen marido, con dos niñitas pequeñas a las que adora y vive para ellas-leía, el malevo, su arenga previamente preparada con entusiasmo.

Continúa -Por otro lado está a Don Enrique, el zapatero, abuelo devoto de su familia y que vive para sus nietos.

Capucha cita detalles de la serie coreana, sabe que es todo un éxito y piensa en organizar un espectáculo sangriento con apuestas por medio.

 Los amigos deberían invitar, como público apostador, a cuanto perverso conocieran.

Deberían capturar a Jorge y a Enrique. Los maniatarían y llevarían a los viejos y abandonados descampados del barrio.

Allí reunirían al público invitado e aceptarían las apuestas, luego iniciarían el juego.

A Don Enrique lo sentarían a una silla con el torso desnudo. Frente al anciano sentarían a Jorge, el chanchero.

El chanchero debía degollar al viejo con su cuchilla de trabajo, Don Enrique se defendería esquivando las cuchilladas como única herramienta. Las apuestas serían por tiempo, cada minuto de tardanza costaría muchos pesos.

Antes de iniciar el circo romano, se presentaría como organizador y jefe. -Soy Capucha -les diría -Ustedes fueron elegidos para ser partícipes de una fuerte apuesta. Ambos serán ejecutores del juego al que llamo “Primera sangre”.

Los amigos no saben si reír o seguir escuchando.

Uno de ellos pregunta -¿Y si Enrique se resiste?

-Sus nietos pagarán las consecuencias y si Jorge no cumple con las reglas. nos cobraremos con sus hijas- hablaba convencido y con energía, demostrando que había aprendido sus lecciones de mafioso.

– Las apuestas pasan por el tiempo que tardaremos en iniciar y terminar con la sangre de Enrique, creo que en tres minutos terminará todo. Con cada minuto que pase hay mucha plata perdida. El tiempo máximo serán diez minutos.

-¿Y si pasan los diez minutos?

-Los mato yo-respondió molesto.

Capucha deliraba en sus pensamientos. Ahora debía concretar.

Los amigos se levantaron y lo dejaron solo con sus pensamientos.

-Jorge sabemos de tu destreza con la cuchilla, le cortarás el cogote y él dejará que lo hagas- practica sus palabras para amedrentar a su obligado jugador.

Jorge pálido, tembloroso dirá que no es un asesino. Mirará la cuchilla apoyada sobre la mesa, al costado de donde estará sentado el pobre viejo. Vomitará ante las risotadas del público. Una pesadilla como esta no será vista ni en el cine. Al chanchero cuando matara al viejo, después lo liquidaremos.

Para incitarlo, Capucha amenazante, lo golpearía gritándole que era un cobarde y egoísta, que no pensaba en la seguridad de sus hijas y su mujer.

-¡Cobarde, sos un cobarde!, agarrá esa cuchilla- le gritará ante su público.

Resignado, lloroso y temblando, agarrará el arma y mirará el cuello blanco y grasoso de Enrique.

-¡Vamos, es sólo un juego!-  insistirá Capucha.

El viejo caerá desplomado sobre un charco de su propia sangre.

Los demás aplaudirán y pagarán las apuestas.

Disfrutando su plan, bañado en alcohol y falopa se fue a encarar a Jorge que estaba saliendo para su trabajo. Lo paró apoyando su mano en el pecho del chanchero.

-No tanto apuro, conozco a tu mujer y a tus hijas.

El chanchero lo miró y no dijo nada.

-Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar- Habló imitando al Padrino.

El chanchero bajó la cabeza, seguía inmóvil y mudo.

Capucha interpretó la actitud de Jorge como que estaba asustado, se agrandó en las amenazas- Si no me hacés caso la van a pagar ellas, sé a qué escuela van ¿o querés que te haga un dibujo?- dijo imitando a un extorsionador y hablando con un tono de voz que daba miedo.

Jorge, el chanchero escuchó la amenaza intimidante del Capucha. Levanto su cabeza y lo miró a los ojos. Lo agarró del cuello y le dio una golpiza que al terminar, él mismo tuvo que llevarlo al hospital. Allí habló con la policía.

Ya ha pasado mucho tiempo y cuando el chanchero pasa por el boliche donde está Capucha, este aprendiz de guapo, se esconde por miedo a que se repita la paliza.

A pesar del abandono la vida puede ser bella cuando no tienes un tropiezo que puede transformarla en una pesadilla.

 

LA NIÑA DEL TREN .-

Cuando desesperes, mira a tu alrededor.

Josefina con su buena cantidad de años había decidido viajar en tren hasta la estación Retiro. Cómodamente sentada veía correr el paisaje de esta pampa húmeda dominada y controlada por la civilización, algo abandonada, pero siempre linda. Recordaba su niñez cuando era puro campo y después de tantas décadas, del campo, sólo queda el recuerdo.

En Villa del Parque vio subir a una joven mamá con sus tres pequeños hijos. Al menos eso supuso, que los tres eran de ella. La señora se sentó al otro lado del pasillo con dos de los niños.

-¿Puedo sentarme aquí?-preguntó, la mayor de los tres.

-¡Sí!, sentate nomás- respondió la anciana.

-¡Gracias!-respondió Mercedes, una jovencita cerca de los diez años de edad.

Se sentó, alisó su falda con las manos y ella, también, observaba el paisaje.

-¡Qué nena tan educada eres!, pedirme permiso para sentarte a mi lado no era necesario, con sentarte ya era suficiente- dijo Josefina a la pequeña.

-Mamá me enseñó a no molestar y la vi tan cómoda que sentí ganas de sentarme a su lado para hablar con usted.

-¡Ah, sí!

– ¡Sí!

-¿Y de qué te gustaría hablar o qué quisieras saber?

-Mi papá me dice que las personas mayores son sabias y que escucharlas es muy importante.

-¿Te gusta aprender?

– ¡Sí!, y quiero crecer pronto para ir a la facultad.

– Te falta mucho pero ya llegará el momento. Y qué querés ser cuando seas grande.

-Primero maestra porque quiero mucho a mi señorita y luego quiero ser médica.

-Por lo que me decís veo que te gustará enseñar, yo soy maestra jubilada y extraño mucho mi trabajo, que era un placer más que una labor. ¿Y por qué querés ser médica?

-Para curar a niños como yo.

Josefina sorprendida, sintió un golpe al corazón. Recurrió a su experiencia y no se dejó llevar por la emoción. La observó y no vio nada que le indicara una enfermedad. Al recobrarse le preguntó, ¿Qué querés decir curar a niños como yo?

-¡Por esto! – descorrió un poco su blusa y  dejó ver un pequeño aparato que Josefina no supo de qué se trataba- es mi bomba personal- completó Mercedes.

La niña pareció descubrir el momento incómodo de Josefina y continuó -soy diabética y necesito esta bomba de insulina para vivir bien, tengo mucha suerte que existe esta bomba.

La vieja maestra sacó a relucir su amor a los niños, tomó nota del “tengo mucha suerte”, y continuó la conversación.

Del otro lado la mamá le pidió a Mercedes que dejara tranquila a la señora, que no sea molesta.

-¡No señora, no molesta, esta niña es de lo más interesante!

Merceditas, orgullosa por lo dicho de la señora a su mamá, retomó la conversación,  -Cuando sea médica voy a buscar la solución para curar a los demás. Mi médica dice que pronto, en un futuro cercano, ya no será necesario usar la bomba de insulina. Yo le creo porque es muy buena médica y muy buena persona, siempre me explica todo lo que deseo saber y eso me tranquiliza.

-Mercedes, ya estamos en Palermo, aquí bajamos- advirtió la mamá.

-¡Buenos días señora, hasta pronto!- se despidió la pequeña.

-¡Adiós y mucha suerte!

Josefina las vio irse y se quedó pensativa. Abrió su cartera y miró la cantidad de medicamentos que llevaba y recordó sus quejas diarias por los malestares propios de la edad.

La esperanza de Mercedes, la educación que brinda la familia, esa eficiente  maestra y  esa excelente médica y todos los que la rodean de tanto amor, reconfortan ante tanto escepticismo.

Comparó la entereza de la niña con sus quejas y la de muchos que la rodean. Se quedó pensativa.

Se puso roja y sintió vergüenza. Pero, pensó, la esperanza está en las Mercedes y tantos como ella.

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NECESITA ALGO MÁS, SEÑORA?

Estela Giraldes estaba concentrada en su nuevo diseño. Sentada frente a su PC, acompañada por su eterna taza de té y su gata Malandrina.

-Necesita al más, señora ?-preguntó su empleada. A Estela le estalló la cabeza. Regresó al mundo real perdiendo su concentración. Quedó pensativa y aquella simple pregunta la descolocó.

Dejó de pensar en el diseño y algo la trasladó a su pueblo natal.

Los recuerdos golpeaban en su ser y se vio yendo a la escuela rural acompañada de su madre, caminar por aquellas calles de tierra bordeando las quintas llenas de frutales, el aroma de las flores silvestres, el mugido de las vacas y el ladrido de los perros.

Paladeaba las tortas fritas de mamá y el vaso de leche recién ordeñada. Las muñecas de trapo, el juego con los chicos en el patio de la escuela, patio que era la inmensa pampa gaucha. Se le presentó la imagen de su cumpleaños número doce y el final exitoso de su escolaridad. Su primer trabajo en la tienda del pueblo. Y el horroroso día de la muerte de su madre.

Su madrina, único pariente que tenía la llevó a la ciudad a vivir con su familia. Allí fue empleada a tiempo completo del matrimonio. Así pasó varios años de su inicio a la juventud.

Descubrió que el marido de su madrina la miraba, casi la espiaba, viéndola como una mujer.

Decidió irse para evitar problemas.

-Pero hija, cómo que te querés independizar, no estás bien con nosotros? -insistía su madrina. Jorge sólo escuchaba sin decir palabra alguna.

-Gracias querida madrina, creo que ya estoy preparada para vivir sola.

Y se fue.

Se alojó en una pensión de señoritas. La encargada a los pocos días viendo que buscaba trabajo y no conseguía, la encaró.

-Qué pasa Estela que estás quemando tus ahorros y no trabajás?

-Busco empleo pero no cumplo los requisitos mínimos que me piden, debo tener secundario completo y saber computación. Allá en mi pueblo hice la escuela primaria y nada más.

-¡Mirá!, yo necesito una empleada todo terreno. Trabajarías de 6  a 14 horas, te doy alojamiento y comidas incluidas, más un sueldo básico. ¡Eso sí!, si aceptás tenés que estudiar en tu tiempo libre. Si no cumplís rompemos el contrato.

No lo pensó dos veces y aceptó con entusiasmo y con cierto temor de no poder cumplir lo pactado.

Todos los días, durante once años, a la hora catorce se presentaba ante Rosalía y preguntaba: -Necesita algo más, señora?

Luego se iba a estudiar informática, después completó la escuela secundaria, reducida para adultos, y una vez recibida ingresó a la universidad.

-Necesita algo más, señora? Era su llave para ingresar a esa nueva vida intelectual.

Egresó con honores de su carrera de Diseño Industrial, asistieron a la ceremonia y entrega de títulos, su madrina, ahora viuda, y Rosalía su patrona y madre sustituta por derecho propio.

Pasaron los años y demasiada agua por debajo de los puentes. Formó su familia. Hoy es jefa de diseños industriales con más de cien personas a su cargo, Es Feliz con su vida y recuerda con cariño su crianza y aquella lucha por mejorar.

-Necesita algo más, señora?- Insiste la empleada.

-Vaya- respondió. Luego pensativa y en voz baja agregó-¡ Gracias por todo, y a todos!

 
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Publicado por en abril 5, 2022 en Cuentos