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MATARÁN POR MÍ.-

24 Nov

Las relaciones humanas suelen ser muy complejas, a veces, al final, se pueden simplificar.

Juanjo y Marce son amigos Desde la infancia. Han estudiado juntos y sus vidas son paralelas y entrelazadas.

Fueron primero vecinos, luego amigos y por fin colegas. Ambos, asociados triunfaron juntos. Sólo los separaba su accionar.

Juanjo cálido, de gestos señoriales, escucha, respetuoso de todas las leyes y consignas que se le presentan. Felizmente casado con Diana, ambos se complementan a la perfección, el amor que siente el uno por la otra es el gran punto de apoyo para su felicidad. La fidelidad que existe entre ellos es intachable.

Marce es impulsivo, muy inteligente, no tanto como él cree, pero es muy sagaz, lo sabe y lo siente. Casado con Elba, mujer hermosa, reservada, fiel y muy enamorada de Marce. Ella, tal como lo hace Diana, colabora con su marido y ambas participan en actividades anexas a la empresa de Juanjo y Marce.

Se dice que el hombre, como raza humana, si no tiene problemas los crea y así pasa la vida.

Marce siente el triunfo como signo de su vida.El apoyo de su amigo, colega y socio es necesario, lo sabe y lo aprovecha. Se siente tan ganador, que parte de sus alegrías, las pasa con mujeres que, con facilidad, se le acercan a disfrutar de su generosidad y derroche. Las ansias de ser importante lo invaden.

Por lo general, el triunfador, no se da cuenta de ciertos cambios. Cuando se está en la cima y todo llega, no hay ganas ni tiempo de analizarse.

Juanjo se mantiene al margen de las conductas de su amigo. Ante la actitud de su socio, siente la obligación de advertirle sobre la vida que está llevando, los riesgos que corre y que puede resentir la armonía de las dos parejas.

-¡Vos no sabés lo que es vivir la vida!- respondía Marce a las palabras de Juanjo.

-Puede ser que no sepa vivir esa vida, pero Elba no se merece que la engañes y no guardes discreción, sé más cuidadoso, ella no se merece los malos momentos que le hacés pasar- hablaba con aparente calma pero la tensión iba por dentro.

-Te escucho y no me enojo por la vieja amistad que nos une, pero vos metete en tus cosas y yo a las mías- fue terminante y dio por concluida la discusión- ¡Chaú!

Con el correr de los días, Marce  iba abandonando sus responsabilidades laborales y, en lo personal, desatendía a su familia. Divertirse lo hacía sentir más ganador que nunca y un nuevo sentimiento comenzó a corroerlo.

La seriedad de su amigo, comenzaba a provocarle el sabor amargo del desprecio. Ver a  Juanjo le molestaba . Ya no había diálogos personales, sólo unos pocos encuentros forzados  por razones laborales.

Era tanta la inquina que Marce había juntado contra su socio, que pensó en molestarlo seduciendo a Diana.

Hubo varios altercados entre Marce y Diana que ella supo guardar en secreto aquellos intentos subidos de tono.

Diana tuvo una entrevista con Elba, ya las unía una amistad nacida por sus maridos. Elba creyó que el encuentro tenía que ver con un nuevo engaño de su Marido.

-Si me vas a decir que Marcelo tiene una nueva aventura, te puedo asegurar que ya me tiene sin cuidado. Vivimos en la misma casa pero en cuartos separados. Simulamos ser una familia, todo es por los niños.

-Elba, la situación con Marcelo es más complicada. Te explico. Marcelo tiene a menos a Juanjo, piensa que es un flojo, que su inteligencia la usa, sólo, para cumplir con sus obligaciones y que es un impotente sexual.

-¿Y eso?- preguntó asombrada.

-Me lo dijo él mismo. Desprecia a Juanjo, te diría que lo odia.

-¡Nunca imaginé que esto sucediera!- decía asombrada.

-Para completar el cuadro te hago saber que ha intentado seducirme, casi violarme para vengarse de mi marido.

-¡Qué hijo de puta!, ¡perdón!- enrojeció por el exabrupto.

-Pienso y siento lo mismo…- no pudo seguir hablando, Elba la interrumpió.

-¡Debemos hacer algo ya!- la desolación e impaciencia se reflejaron en su rostro- ¡No lo aguanto más!.

– He pensado en una forma de pararlo, pero debemos estar más unidas que nunca-advirtió casi susurrando.

-¿Cuál, cómo?, te confieso, pase lo que pase no lo quiero más en mi casa-golpeó su puño contra la mesa descargando su ira.

-Buscaremos a las mujeres con las que salió y avisaremos a sus maridos. Alguno de ellos lo pondrá en vereda, Como correctivo es más una venganza, la que no podrá olvidar nunca. Creo que le bajarán los humos que inundan su cabeza,

-¿Le vas a decir a Juanjo?

– ¡No!, no lo aprobaría y además lo haría sufrir cuando se enterara por las que estoy pasando.

-¡Estamos pasando!- agregó Elba, casi sin pensarlo.

– ¡Bien!, pongamos manos a la obra.

-Haremos llamadas anónimas, Marcelo es capaz de todo si se entera.

-¡No tiene porqué saberlo!, moriremos con nuestro secreto.

-Conozco algunas de las mujeres y revisando su agenda tengo sus teléfonos. Eso sí debemos llamar de sitios desconocidos. Así evitaremos, a futuro, los problemas que puedan surgir.

Emprendieron la tarea con la eficacia que las caracterizaba.

-¡Hola!, señor, Clara su mujer ha salido todos los viernes con Marcelo Gonz. Usted es un cornudo.

-¡Hola!, Jorge, su mujer lo engaña con Marcelo Gonz. Adiós, una amiga.

-¡Hola!, señor su mujer gana un buen sueldo en la cama con Marcelo Gonz.

Así se sucedieron más de veinte llamadas. Ahora esperaban la reacción de los hombres. Se preguntaban cuánto se sentían heridos en su amor propio.

Ismael Rodríguez es un viejo guardia de seguridad que se casó con Deolinda Gurruchaga, una morocha muy bien agraciada. Adoraba a su mujer y estaba orgulloso de que tan linda belleza fuera su pareja para toda la vida.

No podía creer lo que Elba le decía. Que Deolinda lo engañaba.

Esa noche del lunes la enfrentó. La mujer, sorprendida, bajó la vista y no supo qué responder. Sólo lloró.

Ismael se fue, la abandonó. Se dirigió a la fábrica donde trabajaba como guardia nocturno.

Cerca de la medianoche abandonó su puesto de trabajo y se dirigió a la confitería de la estación. El único lugar aceptable de la localidad.

Tal como había imaginado. Allí estaban Deolinda y Marcelo.

Ella le contaba lo sucedido y que no podían continuar la relación prohibida, le pediría perdón a Ismael y trataría de reconstruir su vida,

-No es posible que me dejes, no soy hombre al que se abandona fácilmente…

No pudo continuar.

Ismael llegó hasta la mesa y desenfundando una pistola los mató.

Apoyó el arma sobre la mesa. Luego se sentó a esperar que llegara la policía.

Elba y Diana se sintieron culpables, no esperaban semejante final. Su conciencia les remordía pero era imposible comentar lo sucedido.

¡De pronto!, un rayo de lucidez se cruzó por la cabeza de Diana.

-Elba, ¿vos sabías que el marido de Deolinda, la empleada de empaque, era policía?

-¿Por qué me preguntás?

-Vos a cargo de la lista de personal conocés la vida y milagros de todo el mundo. Se me cruzó que quizás sabías algo de este justiciero.

-¡No!, imposible, de haber querido matarlo no hubiese buscado a un tercero. Confía en mi palabra.

-Debo hacerlo, estamos juntas en esto.

Aprendieron a consolarse entre ellas y en silencio.

 

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