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VINO Y SANGRE- ERROR Y MILAGRO DE NAVIDAD.-

27 Dic

Totalmente ebrios bajaron del automóvil. Abrazados y canturreando canciones confusas referentes al mundial de fútbol. Sintiéndose campeones portaban, los tres, máscaras de Messi. Desde el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires, cruzaron la avenida. El del medio arrastraba los pies, tal era la borrachera. Se sentaron contra el muro que da al Río de la Plata. Continuaron bebiendo. Uno de ellos le derramó media botella de vino tinto a su compañero.

Pasada una media hora, dos de ellos se pusieron de pie, como pudieron y abrazados, canturreando se fueron. Abandonaron al tercero que seguía durmiendo la mona abrazado a una de las botellas.

Ya estaba terminando la Noche Buena y asomaba La Navidad, era la medianoche pasada.

Día domingo de paz y armonía.

Los dos borrachines subieron al vehículo y partieron. El tercero dormía profundamente. El Peugeot no tenía placas identificatorias.

-Vamos chicos, acompáñenme, voy a sacar fotos de esta Nochebuena. Cuando termine les pago una birra.

Los jóvenes aceptaron y subieron al Fitito.

Lucas, Ariel y Marcos, no era la primera vez que acompañaban a Edu en su exploración fotográfica.

Edu era casi un profesional, cada tanto algunas revistas le pagaban sus trabajos porque se destacaban por su originalidad.

Recorrieron los barrios y plasmaron en la cámara los bailes, en las zonas periféricos, que se hacían en la calle. Encontraron mesas familiares y de amigos colmadas de gente brindando y comiendo. Quedó para la posteridad un Papá Noel durmiendo a un costado de una fiesta del Club Social, la bolsa le servía de almohada. Se dirigieron al centro de la ciudad y allá por la avenida Corrientes, hallaron una fiesta de polacos que siendo turistas no olvidaron sus siete platos de festejo y tampoco olvidaron sus botellas de vodka.

Se fueron para la Costanera norte y al pasar por Aeroparque se detuvieron a darle publicidad a un borrachín que dormía plácidamente abrazado a su botella. Hicieron varias fotos y se dirigieron hacia su Fitito. El veredón estaba lleno de residuos, se destacaban las latas vacías de cerveza y las botellas rotas de bebida blanca. Lucas encontró tiradas una billetera abultada y un teléfono celular. No dijo nada y se guardó lo hallado.

Pararon en un bar de Palermo y allí Edu cumplió su promesa de pagar las cervezas.

Ya de día, con un sol que calentaba se fueron cada uno para su casa.

Edu, imprimió algunas fotos y las envió a las diversas empresas para su publicación.

-¡Idiotas, eso es lo que son!- gruñó golpeando la mesa.-Los contrato para un trabajo limpio y esto es lo que hacen. Debía morir y desaparecer, no estar tirado disfrazado de borracho. ¡Estúpidos! ¿Y la billetera con su identificación? Y además ¿dónde está el teléfono con las fotos? ¡Eh!- los miró con odio y sus ojos parecían arrojar fuego.

-Señor, lo tuvimos que dejar ahí porque había un control policial y ya le habíamos aplicado la soga siciliana como usted nos ordenó. Nada de sangre. Nico le tenía las piernas mientras yo lo ahogaba con la cuerda desde atrás. Nos aseguramos que ninguna cámara tomara al auto y nos pusimos caretas para que nadie nos identifique- se explicaba Josué, el sicario.

-¿Y la billetera y el celular?

-No los llevaba, lo revisamos y no los tenía. Buscamos y con tanta mugre en la oscuridad no encontramos nada, pensamos que estarían caídos en el interior del auto pero tampoco estaban. No volvimos porque pasaba un patrullero de la policía que hacía vigilancia. Preferimos irnos

-No me importa cómo lo hagan pero quiero todo aquí mismo. Nosotros no existimos, que sigan creyendo que es sólo en Rosario. Si por culpa de ustedes se rompe el silencio no tendrán imaginación para saber lo que les haremos.

-¡Ché!, habla Lucas, es urgente tenemos que vernos.

Los cuatro amigos se encontraron en Dandy, frente a la plaza  Arenales. Habló Lucas -Muchachos me mande una cagada gorda.

-¡Ya sé-interrumpió Ariel-dejaste embarazada a tu novia!

-¡Ojalá!-todos se miraron-¿se acuerdan del borracho de la otra noche, allá en la Costanera?

-¡Sí!-respondieron-¿qué pasa con él?

-No se enojen pero se los tengo que contar.

-¡Dale hablá de una vez!-le dijeron

-Cuando hicimos las fotos y volvíamos al Fito, en la oscuridad y entre los desechos pisé algo que me llamó la atención. Eran dos pequeños bultos. No dije nada hasta saber qué eran y qué contenían.

-¿Y?-apurando la historia

-¡Y!, eran un celular y una billetera.

-¿Y te los  quedaste sin decir nada?-enojado hablaba Edu.

-En ese momento estaba más interesado en saber qué era todo esto que en hablar. ¡Bueno!, la billetera tenía Euros y algunos billetes argentinos. Pero lo más interesante es que descubrí que tenía un DNI trucho.

-¿Cómo sabés que era trucho?-insistió Ariel

-Se nota a simple vista que es una fotocopia plastificada.

-Otro indocumentado-ahora era Marcos quien participaba.

-No termina ahí la cosa.

Se hizo un profundo silencio, la expectativa era enorme. Quizás pensaron en alguna aventura tipo cine.

-El celular me dio miedo…

-¡Miedo!, ¿por qué?-Edu estaba muy nervioso.

-Porque hay fotos de gente lastimada y este hombre muerto salió hoy en el diario, en la sección policiales.

-¿Qué?-gritaron a coro.

Algunas personas del boliche giraron sus cabezas para mirarlos.

-¡Shhh!, no llamemos la atención.

-Tenés razón Edu, pero hoy mi papá estaba leyendo el diario y me preguntó si no sabía nada, ya que estuvimos por allí.

-Nosotros ni lo tocamos, no tenemos nada que ver. Una de esas tuvo un ataque al corazón y por eso es noticia.

-No Ariel, el diario dice que fue una muerte por estrangulamiento y que lo bañaron en vino para despistar. Las cámaras de seguridad enfocan a tres borrachos y luego a cuatro jóvenes rodeándolo.

-¡Esos somos nosotros!, ¿hay fotos nuestras?

-No Ariel, sólo hay una foto de la víctima. Creo que tenemos que ir a la Policía, llevar la billetera y el celular.

-¡Sí!, y rezar para que nos crean- habló Marcos-¿Trajiste las cosas?

-¡No!, quería saber qué pensaban de todo esto.

-¡Qué mala suerte!, hace tres años que hago fotos y esto sí que no me lo esperaba.

-Vayamos a nuestras casas y preguntemos a nuestros padres si nos pueden acompañar para hacer la denuncia.

-Ariel tiene razón, que vean que somos del tipo familiar. Yo voy a guardar las fotos y nos encontramos acá en la plaza en dos horas, ¿de acuerdo?

-¡De acuerdo!-respondieron.

-Eduardo llegó a su estudio y encontró todo revuelto. Entró en pánico. Llamó a casa de sus padres. Estaban temblando de miedo. Un grandote había preguntado por el dueño del auto pequeño y con su forma de hablar y su sola presencia daba miedo. Ambos lloraban.

Edu corrió a lo de Lucas. Le contó lo ocurrido y le pidió ver las fotos. Eran espantosas. Le envió unas pocas imágenes al padre para ver si alguno era el temible visitante.

El padre reconoció de entre varios a los dos.

Nico y Josué tenían que resolver pronto y sin escándalo. No debían matar a ninguno de los chicos pero cómo hacer para que olviden todo.

Los sicarios regresaron y se estacionaron cerca de la casa de Eduardo, tenían una foto de él.

Llegó Edu a su casa creyendo y asegurando que nadie lo seguía. Debía recuperar la segunda parte de su material que estaba sin editar Allí estaba la foto maldita, felizmente no la había publicado.

Estaba queriendo calmar a sus padres cuando se le presentaron Nico y Josué. Dijeron ser policías especiales.

Hicieron venir al resto del grupo. Los padres de Edu debieron ir a su cuarto y cerrar hasta que los llamaran.

El miedo rondaba sobre sus cabezas, los falsos policías lo sabían.

-Somos de narcóticos, creemos que ustedes son inocentes. Tendrán que probarlo. Los documentos y el celular del muerto son nuestros y nadie debe saber de ellos. Las fotos y documentación son parte de una investigación. Nosotros somos polis encubiertos y nos jugamos la vida todo el tiempo, ahora dependemos del silencio de ustedes. Si las bandas criminales saben algo de ustedes, hagan de cuenta que están muertos. Así como nosotros supimos de ustedes, los malos también pueden saberlo, ¡Atenti!-Josué le pasó la palabra a su compañero.

-Allí no queda la cosa, su familia, padre, madre, hermanos, novias y quién sabe quiénes más morirán torturados. Los narcos y sus sicarios son implacables y nosotros la Policía no podremos hacer nada. ¿Queda claro?-se notaba la nerviosidad de Nico.

-¡Sííí!-respondieron espantados y con lágrimas en los ojos.

-¡Bueno!, vengan los documentos y el celular.

Lucas entregó todo, billetera y teléfono celular. Eduardo, voluntariamente, trajo las copias que debía editar.

-Recuerden que el silencio absoluto es lo único que puede mantenerlos vivos a ustedes y a sus seres queridos. La seguridad total no existe.

Y se fueron.

Los muchachos los vieron salir, guardaron absoluto silencio.

Eduardo juró que jamás hablaría de lo sucedido y que de ahora en más se terminaron las fotos.

Los demás se juramentaron por el mutismo total.

Llamaron a los padres y todos abrazados lloraron y agradecieron a lo que consideraron un Milagro de Navidad.

 

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