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DE ESPÍAS Y DE ESPIONAJE.-

04 May

Orwells y Dick  ¿quién lo hubiera dicho? ¡Dos grandes escritores!

Algunos nacen con estrella y otros nacen estrellados. Dicho popular.

María García y José Zamora, dos jóvenes que estaban noviando. Entre sus primeros paseos se fueron para la costanera que bordea al Río de la Plata.

El viejo paseo les permitía soñar con futuros viajes juntos.

Las dulces palabras y los arrumacos no interfirieron en la sorpresa que les esperaba.

Cerca del muelle de pescadores escucharon un gemido, como si un gato llamara. Pensaron en seguir su camino pero la curiosidad los superó.

Se acercaron al montón de residuos y encontraron envuelto, no a un gato. Era un bebé abandonado que, luego, el médico de la ambulancia de rescate les dijo que tenía más o menos un día de vida.

Quisieron adoptarlo paro no se los permitió la ley. Solteros y pobres no resultó ser una buena carta de presentación. Sólo les dejaron elegir el nombre de cómo sería llamado en el futuro de su vida.

Pasó el tiempo y José María Zamora García fue criado y educado en institutos de menores abandonados.

El, ya, matrimonio de María y José, hizo gestiones para tenerlo como hijo. Su pobreza les reiteró lo ya sucedido hace tiempo, les anuló las posibilidades. La asistente social coincidía en que era mejor que lo criase una pareja y no una institución, pero la ley exigía algo más de lo que ofrecían como pareja de, casi, indigentes.

Lo apadrinaron y lo visitaban con asiduidad. No les interesaban los traslados de instituto a instituto, ni la lejanía del lugar de internación, allí iban y daban su presente de amor.

Pasaron los años y José María, ya bachiller, al cumplir su mayoría de edad debía abandonar su protección estatal y arreglarse por sus medios.

Consiguió trabajo en una panadería, trabajando de las cinco de la mañana a las quince horas. Se alojaba en lo de sus padrinos y por la tarde iba a la universidad.

Retraído, muy callado, reservado en sus palabras resultó ser un gran observador. Inteligente y muy inocente en sus conductas. Le faltaba la picardía de la calle, pero se las arreglaba. Muy trabajador y más que nada estudioso. Quería y respetaba a  María y José, sus padrinos. En algún momento supo la verdad de su abandono y cómo fue el nacimiento de su relación con ellos. El amor se hizo más intenso.

María y José le brindaban todo su amor. Eran personas limitadas en su educación, eso significaba que su ahijado debía ir descubriendo el mundo por su cuenta.

Era la época el que el Ministro  JoséLópez Rega daba consejos por televisión y reprimía a escondidas. Daba palos en la oscuridad, nadie se atrevía ni a chistar y ni hacía falta la cantidad de alcahuetes que lo acompañaban. José María estaba lejos de todo aquello, por lo menos así lo creía y se sentía protegido por su no participación en la rebeldía generalizada.

Enrique Sinaglia, estudiante universitario avanzado, prepara su texto y dictaba su conferencia en el salón de actos, ante una nutrida audiencia:

Por curiosidad personal, por celos profesionales, ya sea por morbosidad, por plata o por seguridad…y siguen los pretextos, muchos espían o son espiados.

Acaso:

*La secretaria mira de reojo a su jefe, su compañera la mira a ella y el jefe las mira a ambas.

La mujer del jefe lo vigila a él y a su entorno.

El jefe quiere saber qué hace su mujer cuando él trabaja o sale en viajes de negocios.

*En el encuentro entre empresarios, unos espían y recelan de los otros. La seguridad espía a todo el mundo, según dicen, para protegerlos.

*En el avión, todos alertas viendo que hacen las azafatas y el resto de los pasajeros. No vaya a ser que alguien enloquezca y zas ¡catástrofe!

Para concluir les digo que

*Desde el más remoto de los tiempos, reyes y diversos jefes de estados o regiones, han tenido a su servicio personal de vigilancia y seguridad, se los llama “Servicio de Inteligencia”, ¡vaya lujo de título!

Estos servicios, se supone, cuidan a los dirigentes y a los dirigidos. No siempre es así- aseguró el conferencista- hay casos en que el espía se da vuelta y su jefe pasa de ser cuidado a ser víctima de la que fue su propia gente. El viejo dicho dice “Cría cuervos y te comerán los ojos”.

Todos, de una forma u otra estamos siendo vigilados y evaluados.

José María se sorprendió ante lo dicho y pensó, “a mí no me espían porque no hago nada malo y soy bastante insignificante”-sonrió y esperó el cierre del encuentro.

Enrique Sinaglia, agradeció la presencia de los presentes al encuentro de su ponencia sobre “Espías y espiados”, prometió más encuentros.

No los hubo.

A José María las ponencias entre estudiantes y profesores le resultó de lo más interesante. No le gustaba que se hicieran casi a escondidas. Le explicaron que era peligroso publicitar las discusiones académicas. Que estaban siendo controlados por desconocidos. Que de Enrique Sinagra no sabían nada, estaba desaparecido. Algunas noticias decían que habría viajado al extranjero. Quedó la duda.

Aquel día al terminar uno de esos encuentros los alumnos se dispersaron y José María pensativo y ante la duda consultó a sus padrinos.

José se sintió acorralado ante el joven tan preparado pero tan ingenuo- En mi pueblo se decía que las persianas tienen ojos, vos crees que nadie te ve pero siempre alguien sabe de vos.

De allí se fue directo a su capilla. Se encontró con su consejero, el Padre Juan. Le contó sobre la conferencia, los encuentros y el asunto de ser espiados.

Juan lo calmó y le explicó que era un tema político, que gente como ellos dedicados a sus tareas lícitas, no tenían nada que temer.

-Padre, los diarios dicen que hay ataques y gran agresividad social. ¿Qué sabe usted de eso?- preguntaba con curiosidad.

-Los ataques y esa agresividad que te comentan es imposible que sean  llevadas a cabo por argentinos ¡No!, nosotros somos gentes simples y pacíficas, oremos porque todo se resuelva y sea pasajero.

El cura, para distraerlo y encauzar toda esa energía, lo invitó a participar en los grupos de ayuda en las villas miseria que rodean a la gran urbe.

José María se entusiasmó con la idea y durante mucho tiempo dictó clases, consiguió ropas y alimentos, hasta cocinó para los desprotegidos y olvidados del mundo.

Podés no meterte en líos ni en política, pero hay situaciones en que la política y los problemas te buscan y te encuentran.

José María notaba que muchas personas desconocidas, allá en la villa, se cruzaban en su camino. -Eso del espionaje me sigue zumbando en la cabeza, creo que me estoy volviendo paranoico, pensaba. Queriendo engañarse a sí mismo, se repetía que nada le pasaría, total en nada malo estaba involucrado.

Al poco tiempo, una madrugada, un grupo de tareas, derribaron la puerta de su casa y se lo llevaron encapuchado.

Llegó la noche… sus padrinos quedaron llorando sin saber qué hacer.

Hoy, que volvió la luz, volvieron los encuentros entre colegas y amigos. Son otras las personas y muchos tratando de suturar viejas heridas. No obstante con la llegada del celular inteligente y la facilidad para fotografiar o filmar, cualquiera puede ser un espía o un simple voyerista. ¿Qué diferencia hay?

Los futurólogos como Orwell o Dick, ya habían avanzado sobre la posible vigilancia y persecución hacia los desobedientes sociales. “Los pacifistas son los peores y a quienes más hay que controlar”, comentaban durante la guerra fría.

Cómo puede ser que con tanto control nadie explica las muertes violentas de grandes líderes y que aún, esos crímenes, siguen sin ser aclarados. Nos dicen que debemos pensar en las hipótesis de ineficiencia o arreglos espurios. Así pretenden hacernos indiferentes.

¡Nunca se sabrá!

Wells en su novela “La máquina del tiempo”, pretende denunciar hacia dónde nos lleva la indiferencia.

 ¿A quién le importa?

Los envejecidos por el dolor, María y José siguen esperando que algún día se abra la puerta y su hijo-ahijado les diga -¡Padres, he vuelto!

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Este saludo es real, nota del autor:

Agradezco al ex espía Raúl A., que haya evitado algunas desapariciones.

 

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